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Ecosistemas de innovación: el secreto está en la masa crítica

3 de Junio de 2022
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En todas las estrategias de desarrollo de negocio, desde las más simples a las más sofisticadas, el concepto "masa crítica" es una de las variables más importantes a analizar

Ya desde hace décadas nos decían que para abrir una nueva zapatería en una ciudad había que irse a las calle donde estaban todas las zapaterías o, para lanzar un nuevo bar había que buscar en la calle de los bares.

Pensar que una zapatería o un bar en una zona donde no están esos comercios es buena idea porque no hay competencia es un error, ya que los consumidores, cuando quieren comprar un zapato o tomar un pintxo-pote, van donde están todas las zapaterías o todos los bares.

Con este mismo razonamiento, si queremos realmente fomentar la innovación debemos irnos a la "calle de la innovación". Pero ¿dónde está esa calle? Es lo que en el mundo de la I+D+I llamamos Ecosistemas de innovación: en el mundo empresarial, un ecosistema de innovación exitoso es cuando empresas, universidades y gobiernos se unen para crear un entorno colaborativo e innovador, en el que todos trabajan juntos y comparten resultados en común, proporcionando un intenso intercambio de experiencias.

El quién es quién en un ecosistema de innovación

Silicon Valley es el ecosistema de innovación más conocido del mundo y el más estudiado. Siempre se considera como modelo o ejemplo a seguir por su indudable éxito. Sin embargo, debemos siempre tener en cuenta el contexto país en el que se ubica.

Bajo una perspectiva más europea, lo agentes y roles que componen un ecosistema de innovación se pueden agrupar en los siguientes:

  • Agentes generación conocimiento: universidades y centros públicos de investigación. En su mayor parte son organismos públicos de investigación que juegan un rol importante porque trabajan en investigación básica, precomercial, con TRL más bajos. Sus presupuestos cubiertos en gran medida por fondos públicos les permite abordar retos de mayor riesgo tecnológico y lejos del mercado. Son agentes indispensables tanto en su labor propia  investigadora como en su roll de formación personal cualificado.
  • Agentes de transferencia: centros tecnológicos, asociaciones, fundaciones, generalmente bajo un régimen sin ánimo de lucro. Son organismos de interfaz que cubren el espacio entre la universidad y la empresa, con foco más a mercado que las universidades, pero sin entrar en una actividad industrial que compita con el sector privado. Cuentan con financiación mixta público-privada en diferentes porcentajes que dependen del estado de madurez del ecosistema, en sus inicios más público y va disminuyendo a medida que se consolida el sistema y se cumplen objetivos de negocio tecnológico.
  • Empresas: empresas innovadoras, tecnológicas, basadas más en la gestión del conocimiento (capital intelectual) que en la infraestructura industrial física, que apuestan por la tecnología como su factor de competitividad.
  • Administraciones públicas: juegan un roll importante en los inicios de cualquier ecosistema ya que deben poner los elementos de base para el éxito futuro, tanto en la legislación, como en la financiación, urbanismo, infraestructuras y los servicios públicos.
  • No menos importante son factores de entorno que permitan el adecuado desarrollo del modelo. Entorno cultural, económico, infraestructura y  espacios de innovación. Son elementos que deben desarrollarse a la misma velocidad que lo hace el ecosistema en su conjunto.

Todos estos agentes son importantes, sin embargo, quizá el factor de éxito está en el equilibrio entre ellos. Solo con una adecuada representación de cada uno de ellos se conseguirán los objetivos perseguidos y, por tanto, se debe analizar el modelo en su conjunto.

Resultados en un ecosistema de innovación

Muchos son los indicadores que miden el éxito o resultados de un ecosistema, los más tradicionales y muy estudiados:

  • Patentes
  • Publicaciones
  • Emprendimiento
  • Empleo cualificado
  • Captación fondos
  • Infraestructuras científicas
  • Captación inversiones

Sin embargo, un importante cambio que ya se venía produciendo en los últimos años y que se ha viralizado rápidamente con la pandemia COVID-19 es la desagregación de los trabajadores, el trabajo remoto y la virtualidad de los negocios que ha cambiado radicalmente. Hoy las empresas se han dispersado y, salvo en los sectores tradicionales y fabriles, en el mundo de la I+D+I y del conocimiento no sabemos dónde están o cuántos son los trabajadores de un sistema.

Es por esto que se abre un nuevo modelo de medida de los resultados de un ecosistema de innovación en el que lo importante ya no es el tamaño físico del mismo sino su roll como nodo en los grandes retos tecnológicos que están llegando.

No es fácil hoy localizar en un espacio concreto de conocimiento en torno a los grandes retos mundiales como la energía, la computación, la seguridad, cambio climático sino que dichos retos evolucionan en redes mundiales y lo que debemos posicionar es nuestro ecosistema con un nodo reconocido en dicha red.

Detrás de todo gran proyecto siempre hay una gran persona

Hasta no hace mucho tiempo se analizaban los ecosistemas de innovación como masa crítica ("el secreto está en la masa"); entendida como número de trabajadores o metros cuadrados de oficinas; indicadores todos ellos cuantificables.

Sin embargo, un nuevo modelo se establece hoy en el que el espacio físico que ha dado paso al espacio virtual y en el que lo que importa es la posición, relevancia y reconocimiento que se tenga en la red mundial del conocimiento, ya que detrás de este posicionamiento llegan inversiones, proyectos y capital humano.

A pesar de todo lo indicado, y aunque pudiera parecer que las personas pierden peso relativo en los negocios del futuro, algo increíble e interesante sigue pasando. Detrás de todo gran proyecto siempre hay una gran persona, sigue siendo absolutamente indispensable encontrar personas visionarias, gente con capacidad de pensar de otra forma y de soñar.

Y lo que es más importante, llevarlo a la práctica, ejecutarlo.

Un siglo después, referentes como Frederick Terman (1900-1982), profesor de Stanford, padre intelectual de Silicon Valley siguen siendo absolutamente imprescindibles.

Gerardo Jiménez Luque

SOBRE EL AUTOR

Gerardo Jiménez Luque

Dr. en Ingeniería Organización Universidad de Sevilla. Ingeniero Agrónomo por la Universidad de Córdoba. Más de 25 años de experiencia profesional en gestión de la innovación, tanto en el entorno público (Corporación Tecnológica de Andalucía) como en el privado (CITAGRO). Actualmente es Director de TECNALIA Andalucía.

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Autor:Gerardo Jiménez Luque
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