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Espacios con confort ambiental para mejorar tu salud

11 de Febrero de 2016
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Las razones por las que las personas elegimos unos espacios frente a otros para pasar nuestro tiempo son muy variadas y dependen de la actividad que vayamos a realizar así como de nuestras expectativas personales. Conocer estas razones es cada vez más importante a la hora de tomar decisiones en el diseño de una ciudad, especialmente desde que los espacios públicos de las ciudades han incrementado su papel como parte de la oferta turística y de valor que hacen los ayuntamientos a sus residentes y visitantes.

Los ciudadanos cuentan cada vez más con un mayor sentimiento de pertenencia al lugar donde residen, reclamando espacios urbanos de calidad que les permitan desarrollar actividades para “deshacerse del estrés” que la actividad diaria genera.

De hecho, las urbes utilizan el espacio público y su capacidad de mejora en la calidad de vida como una forma de reconocimiento y diferenciación respecto a otras ciudades. Se han creado una serie de conceptos en torno a ello: Liveable cities (ciudades vivibles), Smarts cities (ciudades inteligentes), Green cities (ciudades verdes), Healthy cities (ciudades saludables) y Walkable cities (ciudades agradables para pasear). Estas formas de reconocimiento permiten a las ciudades situarse en un ranking que las posicionan haciéndolas más atractivas para el turismo y la inversión. El “Global Liveability Ranking” publicado por “The Economist” destaca Melbourne como primera ciudad en el ranking y Bogotá como una de las que más ha avanzado en este sentido en los últimos años.

Una de las razones que juega un papel clave en nuestra decisión por un espacio frente a otro tiene que ver con el confort ambiental que percibimos. El confort es un estado de satisfacción o bienestar físico o psicológico consecuencia de un cierto equilibrio entre la persona y su medio, es decir, entre sus condiciones fisiológicas y las ambientales (Tornero et al., 2006). Por ejemplo, un espacio adaptado a las condiciones térmicas del entorno reduce el riesgo de estrés térmico (por frío o calor) lo que permite a la ciudadanía disfrutar del espacio durante más tiempo y en mejores condiciones. Esto supone un beneficio inmediato en términos de confort, que a largo plazo y tras una estancia prolongada en el lugar puede contribuir a mejorar su salud.

La OMS (expresada en la Constitución de la Organización Mundial de la Salud, New York, 1946) define salud como el estado biopsicosocial, es decir, el estado de completo bienestar físico, mental y social, a lo que se le añade posteriormente el término en "armonía con el medio ambiente".

Así pues, en última instancia, la permanencia, uso y disfrute en espacios ambientalmente confortables repercute en nuestro estado de ánimo, en nuestro bienestar y también, a largo plazo en nuestra salud.

Y, ¿cómo cuantificar el nivel de confort ambiental de los espacios? Tradicionalmente esta cuestión es abordada por los arquitectos y diseñadores urbanos de una forma cualitativa o semicuantitativa que no siempre integra todos los factores a tener en cuenta, como por ejemplo la dimensión temporal de los espacios. La interacción con un espacio por parte de los usuarios sufre modificaciones a lo largo del día, de la semana y del año. Estos cambios se relacionan con los diferentes tipos de usos que le da la ciudadanía en función del horario y de condiciones ambientales a las que está sometido el espacio. No es lo mismo analizar el nivel de confort lumínico en un día de invierno a las 16:30 de la tarde que en verano, a esa misma hora, atendiendo a la diferente posición del sol. Para evaluar el confort estas consideraciones deben ser tenidas en cuenta y así disponer de una visión completa del espacio y sus condiciones.

La clave del éxito radica en identificar esta carencia para crear espacios únicos adaptados a la realidad ambiental de los emplazamientos y a las necesidades y expectativas ciudadanas. En TECNALIA hemos desarrollado el concepto Comfort Urban Place, CUP ; cuantificamos el confort ambiental de los espacios para poder integrar esta variable desde las fases iniciales de los planes y/o proyectos de diseño o rehabilitación de espacios urbanos. La aproximación es colaborativa con el equipo de diseño del emplazamiento y tiene como objetivo final el éxito del diseño del mismo, entendido éste como el grado de uso y de satisfacción de la ciudadanía con el espacio.

No se debe olvidar que, nuestra experiencia en los espacios está basada en los sentidos, de los que se pueden destacar las sensaciones térmicas (confort térmico), los paisajes sonoros (confort acústico), y las visuales (confort lumínico).

Nuestra propuesta de trabajo tiene como punto de partida un diagnóstico de las condiciones ambientales para, posteriormente, desplegar la identificación de retos y oportunidades de confort del espacio y, finalmente, presentar una batería de ideas para materializar una mejora cuantificada del confort ambiental. Este proceso de trabajo combina la utilización de herramientas avanzadas de modelización de los vectores ambientales en el espacio, con la realización de campañas de campo para efectuar mediciones y evaluar la percepción de los usuarios.

Así pues, para CUP es clave el estudio detallado de las condiciones ambientales de los espacios. Es fundamental seleccionar las mejores alternativas de diseño y los equipamientos y elementos de mobiliario más adecuados para maximizar la utilización y disfrute de los espacios urbanos.

El futuro de estos espacios urbanos en las ciudades de países desarrollados requiere ir más allá de una concepción sostenible del proceso de diseño y construcción y, necesariamente, pasa por crear una oferta de entornos saludables e inéditos que permita a la ciudadanía y visitantes vivir la ciudad desde una relación de amabilidad y pertenencia.

En definitiva, ¿quién quiere prescindir de la oportunidad de sentarse en el banco más cálido en invierno? o, ¿permanecer en el espacio mejor iluminado mientras se está disfrutando de una buena lectura?

Igone García Pérez

SOBRE EL AUTOR

Igone García Pérez

Licenciada en Ciencias Ambientales por la Universidad de León (2000) lleva toda su carrera profesional trabajando en el campo de la acústica ambiental gestionando proyectos de índole nacional y europea. Su experiencia se ha centrado principalmente en el asesoramiento a administraciones de todos los niveles desde el prisma de la sostenibilidad: Ministerios de Fomento, Gobierno Vasco, Diputaciones Forales y Ayuntamientos tales como Gijón, Zaragoza, Bilbao o Vigo.

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Autor:Igone García Pérez
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